Por qué tiene que cerrar

No es necesario ser biólogo ni veterinario para entender que el encierro -sea en las condiciones que sea- genera graves daños en la salud. El encierro -además de en las rejas y en las cercas electrificadas- se puede ver en los pájaros que no vuelan, en los felinos que pasan horas deambulando en círculos y en los lobos marinos que apenas tienen agua para llevar a cabo sus vidas cotidianas. No es nuestra intención llenar estas páginas de datos sobre lo que ocasiona el encierro. Las consecuencias son claras y están a la vista, cualquiera que alguna vez haya pisado el zoológico puede entenderlo. Repetimos que no es necesario ser un profesional para percatarse de ello. El encierro está presente en cada rincón del zoológico Villa Dolores, los daños también.

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  La vida como mercancía y espectáculo.

  Para que el zoológico funcione necesita responsables y visitantes.
  Los primeros son los encargados de firmar los papeles para traer o llevar animales de un zoológico a otro. Son sumamente normales los canjes entre el zoológico Villa Dolores y otros zoológicos del interior, como también con zoológicos de otros territorios. Los encargados son los que cuando llegan los animales los catalogan, los clasifican y los sitúan en lugares específicos dentro del predio como si fueran cajas dentro de un depósito o productos en las vidrieras de un shopping. Son los que hablan con los arquitectos cuando hay que reformar alguna zona del zoológico para hacerla más agradable a la vista del visitante. Los muros de las jaulas donde transcurren las vidas de los animales allí cautivos son los escenarios del espectáculo para el que pagan los visitantes. Los responsables tienen que pensar en cómo los visitantes ven el espacio y tienen que pensar en la cartelería del lugar, los responsables para cumplir correctamente su función tienen que tener el ojo de un empresario.
  Los visitantes, en cambio, son los que concurren a un paseo familiar un Domingo de tarde, a sacar fotos un Miércoles de mañana o a observar animales cualquier otro día a cualquier hora, sabiendo o no sabiendo que al entrar al zoológico están consumiendo un producto. Un producto que crean los encargados y que ellos consumen.
  El funcionamiento del zoológico es tan así que si en un momento comienza a haber cierta disconformidad con el espacio o comienza a disminuir el número de visitantes, tendrán que hacer algo para revertirlo, en este caso la tarea de las autoridades del zoológico será por ejemplo, mejorar las condiciones o agrandar las jaulas, es necesario que lo hagan si quieren seguir teniendo visitantes, si es que quieren más consumidores.
  Las callecitas del zoológico Villa Dolores funcionan de una manera similar a los pasillos de un shopping, donde los consumidores entran a pasear, a pasar un rato con sus amigos o familias o a mirar, aunque no compren . En ambos lugares todo está pensado para que los consumidores vean sólo la parte «agradable», para que la mercancía se vea desde cierto punto y que el lugar tenga cierta estética en particular que haga que el consumidor se sienta cómodo. Los arbolitos pintados en los muros no son para los animales encerrados, son para los visitantes.
  Las similitudes entre el funcionamiento del zoológico y de un shopping llegan al grado de que el espacio está lleno de carteles de Coca-Cola, Crufi, Antel, Claldy y del Banco República.
  Entre responsables y visitantes hacen funcionar un espacio que convierte a los demás animales en mercancía y transforma sus vidas en un espectáculo constante.

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  Las reformas no nos pararán, ¡al Villa Dolores lo vamos a cerrar!

  Desde hace varios años el zoológico Villa Dolores ha sido punto de todo tipo de críticas por las condiciones en que viven los animales y sin lugar a dudas, numerosas movilizaciones en contra de toda forma de encierro.
  En el año 2012, tras un siglo de estar funcionando y con la consigna de «el zoo de los próximos 100 años» la Intendencia de Montevideo comenzó sus intentos de adornar las condiciones de esclavitud en las que viven los animales. Para ello, a mediados del año pasado informaron sobre las reformas que se llevarían a cabo y recién en Diciembre cerraron temporalmente el zoológico para comenzar con las obras.
  Estas reformas incluyen desde transformaciones edilicias, pasando por un aumento de la vegetación y la iluminación, hasta el traslado de algunos animales exóticos hacia el Parque Lecocq conjuntamente con la llegada de otros animales entre los que se encuentran pavos de monte, guacamayos y tucanes para centrarse en animales de Sudamérica.
  Han insistido continuamente con la sustitución de las jaulas victorianas (cambiar las rejas por tejidos), como si en verdad algo fuera a cambiar, en sí, lo único que cambiaría es la imagen del zoológico. El encierro se mantendría, lo que cambiaría sería el formato.
  El encierro puede tener distintos formatos, por ejemplo, el del zoológico Villa Dolores, pero hay formatos de encierro más disimulados, como el del parque Lecocq. Donde los arboles abundan, los animales tienen más espacio y pisan el pasto en vez del cemento, donde igualmente siguen habiendo rejas, donde igualmente sigue habiendo encierro. La diferencia está en la imagen, ambos son diferentes formatos de encierro.
  No hay que dejarse engañar, estas reformas y todas las reformas que se puedan hacer en el zoológico Villa Dolores no sirven para otra cosa que adornar las condiciones de esclavitud en la que viven los animales. La reestructuración del lugar y el incremento de la vegetación y la iluminación que serían parte del “nuevo” zoológico son un claro ejemplo de ello.
  Las jaulas son un atentado a la libertad de todos los animales, sea cual sea su origen, provengan de Sudamérica, de África, de Europa o de donde sea. Mientras que haya rejas impidiendo el libre andar de los animales no habrá libertad.
  Es necesario aclararlo, no son sus condiciones la razón por la que nos movilizamos, sino la falta de libertad, las jaulas siguen siendo jaulas por más que sean más grandes y el encierro sigue siendo encierro por más que se lo adorne. Un zoológico, sea del tamaño que sea, siempre será la total negación de la libertad.

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  La naturaleza no nos pertenece, somos parte de ella y ella es parte de nosotros.

  La libertad es el principio básico y el motor de esta campaña y si bien su objetivo es el cierre definitivo del zoológico Villa Dolores todo se trata de la libertad de los animales. Partimos del punto de que el pensamiento antropocéntrico, ese que considera al ser humano como centro y medida de todo, es lo que tenemos que acabar si queremos otro tipo de relacionamiento con el mundo.
  En ese otro tipo de relacionamiento no entra la idea de zoológico, no es posible ni siquiera hablar de libertad mientras unos individuos sean considerados propiedad de otros, no es posible mientras la vida sea considerada propiedad.
  Es inevitable entender el zoológico como una parte más del entramado de las múltiples relaciones de dominación que conforman nuestro actual relacionamiento entre nosotros, los demás animales y la naturaleza, comprendiendo a ésta no simplemente como el entorno en el que vivimos, sino como una parte de nosotros y considerándonos a nosotros como una parte de ésta. Entendemos, entonces, que cualquier ataque a ésta es un ataque a nosotros y por ende, tenemos que defendernos.
  Para que los animales sean libres, tendremos que crear libertad, tendremos que cambiar nuestro actual relacionamiento entre nosotros y los demás animales, tendremos que acabar con las relaciones regladas por el dinero y el poder para generar relaciones sinceras de respeto y solidaridad.

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